
Por Javier Peña Rodríguez
¿Educación de calidad? Segunda Parte
“La compasión es la forma radical del cuidado, porque renuncia al dominio, a la violencia y al uso estratégico del otro, para procurar construir la comunión y la solidaridad a partir de los que más sufren y son más vulnerables”
Una educación de calidad debe tener claro el paradigma en el cual se inscribe y se sustenta, ya que éste orienta y dinamiza todo su proceso formativo. Si el paradigma es el “lente cultural” desde el cual se comprende la realidad educativa, y en él convergen los conceptos, creencias, valores, actitudes, acciones, conductas, textos, didácticas, modelos… que deben ser aceptados conforme al paradigma dado, es claro que no da lo mismo uno que otro. Por ejemplo, el horizonte de una educación “mercado-céntrica” no es compatible con una educación humanista. “Así, un paradigma puede al mismo tiempo dilucidar y cegar, revelar y ocultar” ya que actúa como filtro axiológico que determina en cada momento histórico qué vale y qué no vale. Es “en su seno donde se encuentra escondido el problema clave del juego de la verdad y del error” (Morín. E. 2001).
En consecuencia, es necesario “hacer extraño lo cotidiano”, convertir en objeto de investigación aquello que tiende a convertirse en un lugar común. Por eso, ¿Educación de calidad bajo qué horizonte? ¿Qué tipo de criterios e indicadores sustentan dicha calidad? ¿Qué tipo de persona, sociedad y creación ayuda a formar? ¿Por qué esos criterios e indicadores y no otros? ¿Qué cambios o efectos evidencian que caminamos hacia dicho horizonte? ¿Qué efectos ha tenido en los miembros de la comunidad educativa trasladar las lógicas de los Sistemas de Gestión de Calidad al sistema educativo? ¿Qué piensan y sienten los habitantes de la escuela: padres, maestras, maestros, estudiantes, directivos? ¿Cómo ha impactado el currículo, el ambiente escolar, los tiempos, las relaciones humanas, el conocimiento académico, las prácticas pedagógicas? ¿Son pertinentes estas lógicas en el sistema educativo? ¿Cómo se han implementado? ¿Se han convertido en un medio o en un fin? ¿Estamos ante otra forma de hegemonía cultural que uniforma la escuela, la sociedad, el pensamiento?
Por otro lado, una educación de calidad es consciente de la fragmentación del sistema educativo en todos sus niveles. Desde ahí, crea alternativas o busca propuestas que articulan y ponen en diálogo:
El conocimiento académico con las diferentes realidades sociales a fin de avistar alternativas de solución. Propuestas de integración curricular como pedagogía por proyectos, aprendizaje basado en problemas, enseñanza para la comprensión, Actividades Totalidad Abiertas, núcleos temáticos…
Las áreas de conocimiento de cara a un mismo horizonte, que puede ser el paradigma del cuidado. El cuidado en las ciencias naturales, humanas y sociales. Las ciencias naturales para cuidar y adaptar sabiamente la naturaleza. Las ciencias humanas para aprender a cuidar las diferentes formas de comunicación y expresión culturales pasadas y presentes. Y las ciencias sociales para cuidar-liberar las formas de organización social de todas aquellas lógicas de dominación política, explotación económica y hegemonía cultural.
Los actores educativos, sus saberes y sus contextos, quienes movidos por una ética del cuidado promueven relaciones que humanizan porque generan un sano ambiente escolar: cuidar de sí mismo, del otro, de la otra, cuidar lo que nos rodea, cuidar la palabra, cuidar la amistad, cuidar la salud, cuidar el intelecto… en fin, señales de que avanzamos hacia un cambio de mirada en la educación.
Las mediaciones epistemológica, pedagógica, evaluativa y administrativa en orden a avanzar en la consecución de los fines del proceso educativo escolar: el tipo de persona, sociedad y creación que se quiere ayudar a formar.
Los procesos de análisis y síntesis desde el paradigma de la complejidad y el cuidado, de tal forma que desde una visión sistemática se comprenda que el todo es superior a las partes, pero también es más que la suma de ellas.
Por último, y de acuerdo con las señales de estos tiempos sociales no se debe reducir la calidad educativa a los resultados de las pruebas. Sin desconocer que es un indicador de calidad éste no puede absolutizarse. Es necesario ampliar el horizonte de comprensión de la calidad educativa; una educación con calidad humana que se oriente por un paradigma ecológico que aprenda y enseñe a cuidar los procesos cognitivos, afectivos, comunicativos y sociales de los miembros de las instituciones educativas. Un paradigma ‘ecológico’ que guiado por una razón cordial-compasiva nos enseñe que el cuidado y autocuidado de las personas, la naturaleza, las culturas, las ideas, los recursos…puede ser una forma de ‘garantizar’ la vida de nuestra casa común: la tierra. Sin esa conciencia ecológica, creo que no es ético, ni pertinente hablar de una educación con calidad, y calidad humana.

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