Apuntes para re-pensar el sentido de las tareas

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Apuntes para re-pensar el sentido de las TAREAS

“La escuela no es una sumatoria de tareas, sino de dimensiones de la vida con proyectos”

Jesús Martín Barbero

La fecundidad de cualquier “tarea” deriva su sentido en la capacidad para avivar el pensamiento, la creatividad, la imaginación, la curiosidad. Su hechura recrea, enriquece o aporta un nuevo sentido a quien la realiza. Todo aquello que se aparte de éste principio no es más que una ocupación inútil; una pérdida de tiempo. Cuando se pasa por alto éste principio, sobretodo en el ámbito escolar, se corre el peligro de que se cierren mentes mientras se abren cuadernos… Producir no es sinónimo de crear, actuar de manera eficaz sin conciencia es mecanización, alienación.

Entonces, lo primero que habría que pensar al momento de planear y colocar una tarea no es si es corta o larga, o, si está completa o no la planilla de calificaciones. Indudablemente no. Lo primero, sin duda alguna es pensar en el horizonte de la tarea: ¿Está tarea como para qué? Más allá de las formas que adopte o de los insumos que requiera, lo fundamental es determinar el horizonte que la acompaña.

En ello, se juega en parte la ética del quehacer docente. La ética comienza, con la consciencia de las intenciones que animan nuestras acciones: ¿Qué tarea o proceso me ha exigido confeccionarla? ¿Qué aprendo como docente al colocar ésta tarea? ¿Qué puede provocar o llegar a desatar en la vida de mis estudiantes? ¿Qué procesos afectivos, comunicativos, cognitivos, psicomotrices quiero fortalecer o potenciar en ellos? Subrayo procesos, porque la tarea no es un punto de llegada, ni culmina cuando se sacan notas, ni mucho menos es un cúmulo de actividades sin sentido. La tarea culmina en el mismo instante en que no activa el pensamiento; si la tarea no da que pensar, no moviliza, no sacude, ya termino. No importa si se “pone” en el salón de clase o si se deja para la casa. Insisto, si la tarea no es una provocación no es tarea, simplemente es una carga, un fardo pesado para estudiantes, padres de familia e incluso para los mismos docentes.

Curiosamente, la palabra tarea proviene del verbo árabe ةح يرط, tariha que significa un trabajo que se asigna o encarga y que debe realizarse en cierta unidad de tiempo, pero también del mismo verbo deriva la palabra tara, asociado con defecto o vicio. Ante lo cual me pregunto ¿En qué medida ciertas tareas en vez de potenciar y sacar lo mejor de nosotros, disminuyen nuestra capacidad, acortan nuestra imaginación, y se convierten en repositorios de malos recuerdos? ¿Qué tipo de persona ayudo a configurar por medio de las tareas? Así las cosas, desde un punto de vista formativo- ético, la tarea no puede ser una deuda; una transacción mercantil que se intercambia por una nota, mucho menos un castigo.

La tarea creo, puede ser un camino que desata provocaciones, sugerencias, inquietudes, nuevas búsquedas, conjeturas,… una nueva actitud frente aquello que se vuelve objeto de estudio, pesquisa, sospecha, duda; la tarea hace las veces de puente que une lo que el docente hizo resonar en la mente del estudiante y que lo acompaña fuera del aula de clase. Es decir, algo que dijo, argumentó, comentó, refutó… el docente o los estudiantes en el aula, despierta o desata el deseo de indagar, es decir, moviliza lo “ya sabido”. Eso es la tarea; un deseo, una pasión que moviliza nuevas búsquedas, el antídoto contra la pereza mental; hace eco en el pensamiento, en el corazón. Entonces, la tarea no es algo que se impone sino algo que resuena. En una palabra, tarea es investigación, es trama. La trama es tejido de disciplina intelectual, afectiva, comunicativa. Tres movimientos a la luz de un solo horizonte: la emergencia de constituirnos como sujetos críticos con una nueva mirada, ante un mundo que desafía nuestras “comprensiones”.

En cierta medida, la tarea es un indicio del dominio disciplinar que trae consigo el docente. Es claro que, sin dominio del saber no puede haber autoridad en el aula de clase. Más temprano que tarde las y los estudiantes descubren el talante ‘intelectual’ que posee o no el docente con respecto a la asignatura que imparte gracias a la confección de “sus” tareas; se convierten en una huella de su pensamiento, de su epistemología, de su comprensión del mundo, del modelo pedagógico, de su horizonte educativo. Por eso, insisto una vez más ¿Qué tipo de persona estoy ayudando a gestar a través de las tareas? 

Es posible que en aras de mantener la disciplina, se utilice la tarea como dispositivo de control, atada a gritos, regaños, amenazas, advertencias o anotaciones infructuosas,…señales todas de poder pero no de genuina autoridad, que en su origen tiene que ver con hacer crecer, progresar, promover, elevar. Entonces si el saber del maestro no hace crecer, para qué la tarea.

En suma, de ninguna manera la tarea puede ser un relleno o un pretexto para distraernos de nosotros mismos, mucho menos para vivir a espaldas de las realidades culturales: económicas, políticas, religiosas, ecológicas que de una u otra forma nos configuran, a veces sin darnos cuenta. Es ahí donde la tarea encuentra su pretexto ético: pensar y pensarnos de cara a la transformación social.  Es claro, que nuestra principal tarea es aprender a vivir, a convivir, a pensar, de cierta forma eso deberían provocar las tareas en la escuela.

Descargue aquí 3. APUNTES PARA REPENSAR LAS TAREAS

Por Javier Peña Rodríguez

Asesor Pedagógico

@Corpointegral3

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